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FOMENTAR LA AUTONOMÍA DE LOS MAYORES Y ENRIQUECER SU ATOESTIMA EN 5 PASOS

Cuando nos convertimos en cuidadores, asumimos de repente una enorme responsabilidad para la que no siempre nos sentimos preparados y es frecuente que cometamos el error de querer asumir el control absoluto de la situación y pasar de repente, a encargarnos de todo sin pedir ayuda. Esto es un error que muy probablemente acabe pasándonos factura…porque con el título de cuidadores no nos entregan el de superhéroes…y como seres humanos necesitamos contar con redes de apoyo tanto físico como emocional para afrontar ciertos momentos de nuestras vidas.

Por eso es fundamental que cuando surge la necesidad del cuidado de una persona mayor seamos capaces de:

  • Pararnos y analizar las nuevas necesidades reales sobrevenidas.
  • Informarnos sobre los distintos recursos de apoyo con los que podemos contar.
  • Crear un plan para organizar las nuevas rutinas familiares.

Esto es importante por dos motivos fundamentales:

  • La sobrecarga física y mental del cuidador puede llegar a afectar negativamente a toda la familia ya que nos convertiremos en personas cansadas, apáticas y desbordadas, cosa que no nos beneficia ni a nosotros ni a nuestro entorno próximo. Debemos aprender a gestionar la nueva situación, priorizar las tareas en las que realmente es imprescindible nuestra ayuda, asumir hasta dónde podamos y pedir ayuda siempre que sea necesario y, sobre todo, debemos cuidarnos nosotros para poder cuidar a los demás.
  • Nos cargamos, sin quererlo, la autoestima de nuestros mayores. Cuando una persona que ha sido siempre válida para desenvolverse en su día a día se tiene que enfrentar ante la situación de asimilar la pérdida de ciertas capacidades, renunciar a su independencia y a su intimidad necesita encontrar ciertos espacios en los que pueda seguir sintiéndose capaz, si de repente no se le deja hacer nada ni participar siquiera en las tareas para las que sí se siente capaz de ayudar se acabará minando su autoestima.

Nuestra recomendación a la hora de afrontar el cuidado de nuestros mayores para fomentar su autonomía y favorecer su autoestima es seguir los siguientes pasos:

  1. Observar

En primer lugar, debemos observar a la persona de una forma objetiva y sin juzgar. A través de esta observación podremos identificar situaciones y tareas en las que la persona quiere participar y podremos también determinar a qué nivel puede hacerlo, es decir, si observamos que la persona busca reiteradamente realizar una tarea (por ejemplo, en la cocina) buscaremos la forma de hacerle partícipe en este espacio sin que suponga un riesgo para su integridad, por ejemplo, trasladando parte de la elaboración de la comida a la mesa del salón dónde le proporcionaremos los alimentos y utensilios seguros con los que pueda participar sin hacerse daño.

A través de la observación identificaremos las tareas que le interesan a la persona mayor y valoraremos en que grado es capaz de llevarlas a cabo de manera autónoma, aunque habrá tareas que no queden perfectas o en las que requerirá mayor o menor nivel de adaptación o apoyo, la satisfacción que le va a generar el seguir siendo partícipe de las responsabilidades cotidianas va a ser muy beneficiosa para su autoestima.

2. Crear un entorno seguro y adaptado a sus necesidades

Revisar el hogar y el entorno en el que se desenvuelve la persona mayor es fundamental para garantizar su seguridad y aportarle tranquilidad a la hora de desarrollar su autonomía. Será necesario, por tanto, eliminar los elementos que comprometan su movilidad y añadir algunos apoyos que le faciliten realizar ciertas actividades simples de forma independiente. Estos dependerán en cada caso de las características y necesidades de la persona, pero como ejemplos podemos considerar la adaptación del baño con barandillas o asiento específico en la ducha, antideslizantes que eviten las caídas en suelos resbaladizos como el baño y cocina, incluir mayor cantidad de puntos de luz que favorezcan la visibilidad y, sobre todo, mantener el orden eliminando obstáculos que puedan favorecer caídas.

3. Ayudarle a organizarse

El orden y la rutina aportan seguridad, especialmente en personas con deterioro cognitivo y demencia. Por esto resulta muy beneficioso establecer unas rutinas que le ayuden a anticipar como se desarrollará el día (levantarse, aseo, desayuno, tareas, comida…), podemos realizar un calendario o un mapa visual de estas rutinas y establecer unos horarios para cada una de ellas. También puede ser muy útil para la persona que dispongamos en ciertos puntos de la casa de estas rutinas en imágenes que muestren de forma secuencial los pasos necesarios para realizar tareas básicas como el lavado de manos.

4. Respetar sus decisiones

Debemos animarle a realizar por sí mismo las tareas que sabemos que es capaz de hacer y hacerle partícipe en todo lo posible, pero ante todo debemos respetar siempre su decisión de lo que desea hacer y para lo que se siente seguro. Es probable que con el tiempo quiera ir adquiriendo nuevas tareas a realizar de forma autónoma, pero si no es así debemos respetarlo siempre.

Si llevamos mucho tiempo realizando todas las tareas sin involucrar a la otra persona es posible que haya desarrollado la indefensión aprendida, es un fenómeno psicológico por el que una persona asume que no es capaz de realizar una tarea después de haberlo intentado en varias ocasiones sin éxito, o después de que le hayan repetido reiteradamente que no haga algo porque no puede hacerlo solo. En estos casos deberemos respetarle, acompañarle y animarle para que poco a poco vaya asimilando sus capacidades.

5. Dejarle hacer

Este paso puede parecer muy obvio, pero a veces es el más complicado de llevar a cabo.

En este caso somos nosotros los que tenemos que cambiar nuestra visión del cuidado para ver las capacidades y el potencial que tiene la persona más allá de su incapacidad. Se trata fundamentalmente de, una vez disponemos de un entorno seguro, accesible y adaptado a sus necesidades, no hacer nada que la otra persona sea capaz de hacer por sí misma, le animaremos a desarrollar sus capacidades apoyándole cuando lo necesite y supervisándole en lo necesario para aportarle seguridad y tranquilidad.

Puede que la persona mayor no sea capaz de bañarse sola pero tal vez si puede desvestirse o vestirse algunas de las prendas, enjabonarse alguna parte del cuerpo o ayudarnos a preparar y recoger el baño si le vamos guiando diciéndole verbalmente los pasos a seguir.

Seguramente las tareas no queden perfectas y las realice de una forma más lenta pero el beneficio obtenido en su autoestima bien habrá valido la pena.

Desde nuestro Centro de día Lasaitasuna te animamos a probarlo y quedamos a tu disposición para guiarte en todo lo necesario.

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